Contaminación auditiva en Barrancabermeja: una amenaza silenciosa que afecta la salud de todos

El ruido cotidiano y su impacto en la salud auditiva

El rugido de una moto con exosto modificado, la música a todo volumen en las viviendas, fiestas nocturnas sin control o el uso excesivo de audífonos en ambientes personales son prácticas comunes en muchos barrios de Barrancabermeja. Sin embargo, lo que muchos perciben como parte de su rutina o incluso como un estilo de vida, es en realidad una de las formas más comunes y peligrosas de contaminación: la contaminación auditiva en Barrancabermeja.

El exceso de ruido, según advierten profesionales en salud, no solo genera molestias momentáneas sino daños acumulativos en el sistema auditivo que pueden derivar en hipoacusia, una pérdida progresiva de la capacidad para escuchar. Este daño puede afectar uno o ambos oídos, y suele pasar desapercibido hasta que la pérdida auditiva se vuelve severa o irreversible. Las personas expuestas constantemente a sonidos elevados pueden perder la habilidad de escuchar incluso conversaciones cotidianas.

Médicos como Carlos Arturo Marulanda, con años de experiencia en medicina general, explican que una exposición continua a ruidos fuertes —como parlantes cercanos o el tránsito constante de motos ruidosas— puede alterar la audición y dejar secuelas permanentes. A menudo, las personas no son conscientes del daño porque el deterioro es progresivo. Este fenómeno, silencioso en su desarrollo, requiere mayor atención por parte de las comunidades y las autoridades locales.

Consecuencias invisibles pero graves para la salud mental y física

Los efectos de la contaminación auditiva en Barrancabermeja van mucho más allá de la pérdida auditiva. El ruido excesivo está directamente relacionado con problemas de salud mental como el insomnio, la ansiedad, la irritabilidad y los trastornos de atención. Cuando la contaminación sonora se instala en la vida cotidiana, especialmente en zonas cercanas a discotecas o donde las fiestas son frecuentes, la calidad del descanso disminuye considerablemente.

Desde hipoacusia hasta insomnio: daños que van más allá del oído

En adultos mayores, por ejemplo, la falta de sueño generada por la exposición a ruidos puede agravar patologías como la hipertensión, enfermedades cardiovasculares y trastornos cognitivos. Estos efectos también se presentan en jóvenes y niños, quienes pueden experimentar fatiga crónica, cambios de humor y disminución del rendimiento académico como consecuencia del ruido persistente.

Según los especialistas, un entorno contaminado acústicamente obliga al organismo a permanecer en alerta, lo que interrumpe los ciclos naturales de descanso y recuperación del cuerpo. Esto no solo aumenta el uso de medicamentos para dormir o controlar la presión arterial, sino que también impacta directamente en la salud pública y en los sistemas familiares.

El exceso de ruido también es un problema cultural

Más allá de lo médico, el ruido también revela una faceta cultural profundamente arraigada. En muchos hogares, barrios y celebraciones se ha normalizado la música a altos volúmenes como expresión de alegría, tradición o incluso status social. Sin embargo, esta práctica ha dejado de ser inofensiva para convertirse en una amenaza constante.

Fiestas, motos y parlantes: el ruido como parte de la convivencia

Celebraciones como cumpleaños, fiestas decembrinas o fines de semana festivos suelen convertir las casas en discotecas improvisadas. En estos espacios, donde cada habitación compite con un ritmo diferente, se genera un entorno acústicamente caótico que afecta tanto a quienes participan como a quienes intentan descansar en la cercanía.

La contaminación auditiva en Barrancabermeja no es solo una consecuencia de la modernidad o de la urbanización; también es reflejo de una falta de conciencia sobre los derechos de los demás a descansar. Las motos con sistemas de escape modificados, los parlantes de gran potencia en espacios cerrados y la falta de regulación en eventos sociales son factores que alimentan este fenómeno y que requieren un cambio de actitud.

En este sentido, se vuelve fundamental el cumplimiento de las resoluciones y decretos nacionales que regulan los niveles máximos de decibelios permitidos en zonas residenciales y comerciales. La ley existe, pero su aplicación debe reforzarse con pedagogía y control social para lograr una verdadera transformación.

Prevención, educación y normas: claves para combatir la contaminación auditiva en Barrancabermeja

Abordar esta problemática requiere mucho más que sanciones o campañas eventuales. Se necesita una educación estructurada desde la infancia, donde los niños y jóvenes aprendan el valor del silencio, el respeto por el otro y el cuidado de sus propios sentidos. Los hogares son el primer entorno en el que se construyen hábitos auditivos saludables.

El papel de los adultos como ejemplo para las nuevas generaciones

Cuando los adultos reproducen comportamientos ruidosos, como usar audífonos a volúmenes extremos o convivir con música a niveles dañinos, los más pequeños interiorizan esta conducta como normal. Enseñar desde casa a regular el volumen, respetar los horarios de descanso y promover entornos sonoros saludables es una tarea que debe ser prioridad.

El médico Marulanda recomienda, por ejemplo, el uso de audífonos óseos, que reducen el daño acústico, y hacer pausas auditivas cada dos horas. También recuerda que ignorar los efectos de la contaminación auditiva puede desencadenar síntomas como vértigo, mareos, estrés crónico y enfermedades auditivas permanentes.

La contaminación auditiva en Barrancabermeja, como la del aire o el agua, también mata, aunque lo haga lentamente y en silencio. Por eso, no se trata solo de hacer menos ruido, sino de construir una ciudad donde el respeto por el bienestar común esté por encima de la costumbre. Cada acción cuenta y comienza por nosotros.

El rol de la ciudadanía y las instituciones frente a la contaminación auditiva en Barrancabermeja

El control de la contaminación auditiva en Barrancabermeja no puede recaer exclusivamente en las autoridades locales o en las normativas nacionales. Para lograr un verdadero cambio, se requiere del compromiso activo de toda la ciudadanía. Comprender que el ruido excesivo también es una forma de agresión ambiental y social es el primer paso para fomentar una convivencia sana y respetuosa.

Los vecinos que realizan fiestas, reproducen música a altos volúmenes o permiten modificaciones ilegales en sus vehículos que aumentan el ruido, deben entender que sus acciones afectan directamente la salud de los demás. La empatía y el respeto por los horarios de descanso, especialmente en sectores residenciales donde viven niños, adultos mayores y personas con enfermedades crónicas, son pilares fundamentales para lograr una transformación real.

En este contexto, las Juntas de Acción Comunal, líderes comunitarios y organizaciones barriales también tienen una gran oportunidad: convertirse en aliados estratégicos para la pedagogía sobre el ruido y el cumplimiento de las normas. Promover campañas educativas, jornadas de sensibilización y mediaciones vecinales puede evitar conflictos y fomentar el diálogo sobre temas que afectan el bienestar colectivo.

Las instituciones educativas, por su parte, pueden integrar contenidos sobre cuidado auditivo, salud ambiental y normas de convivencia dentro de sus currículos. Si los niños y jóvenes aprenden desde temprana edad el valor del silencio, los efectos del ruido y los límites permitidos, serán adultos más conscientes y responsables. La formación en valores y hábitos auditivos saludables es una inversión a largo plazo que beneficiará a toda la sociedad.

Por otro lado, es vital fortalecer los mecanismos de control y sanción. Si bien existen resoluciones en Colombia que regulan los niveles de ruido —como la Resolución 627 de 2006 del Ministerio de Ambiente—, muchas veces estas no se aplican de manera efectiva por falta de denuncias, seguimiento o herramientas técnicas. Equipar a las autoridades ambientales y de Policía con dispositivos de medición sonora y brindarles formación sobre los procedimientos adecuados sería un gran avance.

Asimismo, medios de comunicación locales, influenciadores digitales y creadores de contenido también pueden cumplir un papel clave visibilizando esta problemática. Historias reales de personas afectadas, testimonios de expertos y contenido informativo pueden movilizar a las comunidades y generar conciencia sobre los peligros de la exposición constante al ruido.

En resumen, la lucha contra la contaminación auditiva en Barrancabermeja es un reto colectivo que requiere voluntad, educación y acción. Solo a través de un esfuerzo articulado entre ciudadanos, instituciones, autoridades y medios será posible construir una ciudad más tranquila, saludable y respetuosa. Porque el silencio también es calidad de vida, y protegerlo es tarea de todos.